«La tecnología debe ser un instrumento para mejorar la vida de las personas, no para reducirlas a simples datos»

En un mundo donde la inteligencia artificial y la digitalización avanzan a una velocidad vertiginosa, la ética y la responsabilidad en el desarrollo tecnológico se han convertido en temas centrales del debate global. Esta fue la premisa de la conversación que sostuvieron Fray Paolo Benanti, consultor del Papa Francisco en temas de inteligencia artificial y ética tecnológica, y Luis Prendes, director general de la Fundación Telefónica, en el Espacio Fundación Telefónica, en Madrid. La charla giró en torno a las implicaciones sociales y filosóficas de la era digital, en el marco de la publicación del libro de Benanti, «La era digital» (Ediciones Encuentro, 2024).
Benanti, quien ha dedicado su carrera al estudio de la neurociencia, la bioética y la ética de la inteligencia artificial, enfatizó la necesidad de colocar al ser humano en el centro del desarrollo tecnológico. «Como sociedad, tenemos el deber moral de conseguir que la tecnología se use como herramienta, no como arma, para construir un mundo más justo e inclusivo», afirmó. En su intervención, el franciscano explicó cómo la tecnología no es neutral, sino que actúa como una estructura de poder que puede generar desigualdades o, por el contrario, ser un motor de progreso compartido.
La discusión abordó la relación entre la filosofía y la evolución tecnológica. Benanti señaló que la humanidad está atravesando una transformación comparable a la Revolución del Lenguaje Escrito o a la Revolución de la Imprenta, solo que esta vez el lenguaje ya no es hablado, escrito o impreso, sino «computado». «Estamos cruzando un río sin saber qué hay en la otra orilla», advirtió, resaltando la urgencia de comprender los efectos de esta revolución digital antes de que su impacto sea irreversible.
Uno de los puntos más destacados de la conversación fue el papel de la inteligencia artificial en la redefinición de la autonomía y la libertad humanas. Benanti hizo referencia a los algoritmos de recomendación utilizados por plataformas digitales, los cuales no solo predicen el comportamiento del usuario, sino que pueden llegar a modificarlo. «Si una inteligencia artificial puede influir en el 80% de nuestras decisiones de compra, debemos preguntarnos cuánta libertad nos queda realmente», reflexionó.
La educación emergió como un tema clave en el debate. Benanti subrayó que la tecnología está alterando la relación tradicional entre generaciones, donde ahora los jóvenes enseñan a los mayores sobre herramientas digitales, en lugar de ser al revés. «Necesitamos un nuevo contrato intergeneracional en el que la sabiduría de los mayores y la destreza tecnológica de los jóvenes se complementen», sostuvo. Asimismo, enfatizó la urgencia de reducir la brecha digital global, recordando que, a pesar del avance tecnológico, 700 millones de personas en el mundo siguen sin acceso a electricidad, y muchas más están excluidas del ecosistema digital.
Hacia el final de la charla, Prendes preguntó sobre el papel de las empresas tecnológicas en la construcción de una sociedad digital equitativa. Benanti respondió que, si bien la tecnología inevitablemente transforma las sociedades, las corporaciones deben asumir una responsabilidad ética en el desarrollo de herramientas digitales que respeten la dignidad humana y la inclusión. «No podemos permitirnos repetir el error de la revolución eléctrica, donde, 150 años después, millones de personas siguen sin acceso a ella. Con la digitalización, debemos hacerlo mejor», advirtió.
El evento concluyó con un mensaje esperanzador: a pesar de los retos que la revolución digital plantea, la humanidad tiene la capacidad de moldearla en función del bien común. «La tecnología debe ser un instrumento para mejorar la vida de las personas, no para reducirlas a simples datos», concluyó Benanti. Con su discurso, dejó claro que la revolución digital no solo requiere innovación tecnológica, sino también una profunda reflexión ética sobre el mundo que estamos construyendo.
